Fallida reapertura después de política de "cero Covid" en China
La interrupción repentina de la política de línea dura desmiente el mito de la competencia de Beijing.
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La salida mal administrada de China de su política de "cero Covid" está sometiendo a su gente a interrupciones generalizadas y riesgos para la salud. También está desmoronando el mito de que el liderazgo de Beijing — lleno de tecnócratas y capaz de ejercer una decisión autoritaria — es intrínsecamente superior a las democracias occidentales cuando se trata de escenarios de crisis.
A medida que Covid-19 se extiende por las ciudades más grandes del país, la falta de preparación para la apertura de China después de los estrictos controles pandémicos ha sido dolorosamente clara. Los residentes de Shanghái, Shenzhen y otras ciudades informaron que se habían agotado los medicamentos para la fiebre y las pruebas de Covid en las farmacias, a la vez que los bancos de sangre enfrentan una escasez de suministros.
Las calles de Beijing permanecen vacías y la mayoría de los negocios están cerrados, con estimaciones no oficiales que sugieren que alrededor del 40 por ciento de los 22 millones de habitantes de Beijing han contraído la variante ómicron. En muchas otras ciudades, la gente está enferma o se queda en casa para evitar contagios y las escuelas están impartiendo clases en línea para que estudiantes y profesores puedan resguardarse de la ola de contagio.
Las escenas de angustia no sólo empañan la reputación del presidente Xi Jinping, quien ha sido ampliamente aclamado por los medios estatales como el “comandante en jefe de la guerra popular contra Covid”. También plantean dudas sobre la capacidad de la administración de China para tomar decisiones sabias y oportunas.
Esto no es un punto académico. Si la superpotencia emergente del mundo, que explota un profundo sentido de injusticia histórica para alimentar su rivalidad con Occidente, está cayendo presa de las perspectivas cada vez más estrechas del poder concentrado, entonces aumentarán los riesgos que presenta Beijing para la estabilidad global.
Ya que China es tan central para varios de los posibles focos de tensión geopolítica en el mundo — en la península de Corea, en el Estrecho de Taiwán, en el Mar de China Meridional, en su frontera del Himalaya con India y en otros escenarios — el mundo en general tiene un interés legítimo en la calidad de la toma de decisiones en China.
Esto no es solamente una cuestión de política exterior. Algunos de los manifestantes que salieron a las calles en más de 20 ciudades chinas el mes pasado para expresar sus quejas sobre el asfixiante régimen "cero Covid" de Beijing corearon consignas que pedían la libertad de expresión, el estado de derecho, la democracia y los derechos humanos.
En el transcurso de casi tres años de lidiar con la pandemia en gran parte a través de confinamientos urbanos de diferentes intensidades, China ha tenido tiempo suficiente para prepararse para una estrategia de salida. Sin embargo, no ha logrado garantizar que su cohorte de edad más vulnerable, los 267 millones de personas mayores de 60 años, estén adecuadamente vacunados contra el virus. Alrededor del 32 por ciento de esta cohorte no está suficientemente protegida, según cifras oficiales.
Beijing también rechazó los llamados constantes para complementar sus vacunas locales con vacunas de ARNm extranjeras fabricadas por Pfizer, Moderna y otros fabricantes farmacéuticos. El hecho de no admitir medicamentos extranjeros altamente efectivos revela la voluntad de Beijing de anteponer el orgullo nacional a la salud y el bienestar económico de su población.
Sin duda, los fuertes controles sociales hicieron un trabajo impresionante en contener la propagación del virus a principios de 2020 después de su brote inicial en Wuhan, y el número oficial de muertes por Covid en China de 5,235 es mucho más bajo que el de otros países grandes. Pero la actual transición apresurada y mal coordinada de la política de "cero Covid" a vivir con el virus está socavando las propias afirmaciones de China de "poner a las personas primero".
El simple hecho de negarse a informar sobre el creciente número de muertos no puede ocultar la crisis humanitaria que se avecina. Con quizás hasta mil millones de personas preparadas para viajar durante las vacaciones del año nuevo lunar a partir del 21 de enero, es probable que la ola actual de infecciones aumente.